JUEGÁLISIS: VOLGARR THE VIKING


¡Bienvenidos a Juegálisis, donde hago análisis y reseñas de juegos! Hoy os traigo Volgarr the Viking con una reseña que hice hace ya tiempo para otro blog the tenía antes.

Desquiciante, desesperante y cualquier palabra que defina el odio terminada en -ante, Volgarr The Viking es un videojuego creado por el estudio de videojuegos indie Crazy Viking Studios de Kris Durrschmidt y Taron Millet y desarrollado por el canal de televisión estadounidense Adult Swim, a quienes tal vez recordaréis por otros éxitos de juegos Flash como Robot Unicorn Attack o House Of Dead Ninjas.



Recordando, según los creadores, "la Era Dorada de los arcades, cuando los juegos eran duros", este juego de descarga digital via Steam posee todas las características de los verdaderos clásicos: controles simples, grandes desafíos y un diseño meticuloso combinado con una estética de animación pixel hecha a mano, una banda sonora épica y cubos y cubos de sangre y muerte. Tan brutal, tan difícil, tan melancólico... En el juego interpretas a Volgarr, un vikingo que se embarca en una gran aventura por un mundo lleno de enemigos monstruosos, gigantescos jefes finales y trampas horribles. No tiene una trama, diálogos o cinemáticas impresionantes, pero ahí está la clave: ni siquiera le hace falta.

Y esto es sólo el principio, porque el verdadero reto viene al jugarlo. En tu inventario para defenderte cuentas con una espada, un escudo y unas lanzas que también usarás para escalar paredes en ciertos puntos. Tus movimientos se reducen a moverte, saltar, rodar, atacar de pie, atacar desde el aire mientras caes o atacar de rodillas. También contamos con un doble salto al más puro estilo Ghost and Goblins incapaz de rectificarse, asi que si fallas el movimiento termina muerte segura. Esta es una herramienta imprescindible a la hora de avanzar por ciertos escenarios, además de que el segundo salto es un ataque giratorio que permite conseguir resultados espectaculares combinándolo con golpes aéreos. Hay otros movimientos propios que se han añadido para dar flexibilidad como la posibilidad de rodar para tomar la espalda a los enemigos y el hecho de parar ataques con el escudo siempre que no estemos atacando.

Posees vidas infinitas, pero tan sólo basta un golpecito por parte de los enemigos para que caigas muerto y tengas que volver a empezar, razón por la cual tendrás que abrir bien los ojos para revisar todo el escenario en el que te mueves para encontrar power-ups que te permitan resistir más golpes, entre los que se encuentran un escudo que hace que tus lanzas se vuelvan de fuego, un yelmo que lanza rayos cuando te lo pones por primera vez, una espada flamígera que otorga daño extra y el mítico martillo del dios del trueno Thor, Mjolnir, que cuando lo consigues con un equipo de power-ups completo (escudo, yelmo y espada) puedes soportar un total de hasta cuatro golpes y eso es pedir mucho en este juego. Sólo hay dos checkpoints en cada nivel: uno al principio y otro a la mitad y siempre antes del jefe final. El control es perfecto y la respuesta a los comandos muy precisa de modo que en ningún momento percibiremos que morimos por culpa del juego si no por falta de habilidad.

Y aunque no te deja grabar partida, puedes saltarte niveles que ya hayas pasado en otra ocasión, pero al hacerlo con esto hay un extra que le añade más dificultad todavía: si por alguna razón mueres y resucitas en un checkpoint después del primero de la primera fase no serás capaz de ver el final verdadero. Pues si: hay dos finales. Uno es llamado Camino de los Cristales y se ve al morir y resucitar en el segundo checkpoint o cualquier otro de otro mundo del juego, tan sólo tienes que morirte al llegar a la mitad de la fase. El otro es llamado Camino de las Valquirias y es un auténtico reto infernal de completar; intenta atravesar todos los niveles sin morir ni tan siquiera una sola vez.

En resumen: ¿Es recomendable gastar los 9,99 € que cuesta el juego en Steam? Indudablemente sí. Estamos en una época en la cual los juegos, aunque buenos y prometedores, han perdido ese “algo” de la vieja escuela que les hacía tan especiales. No es que sea algo malo, por eso se habla de evolución en el mundo de los videojuegos, y de hecho podemos ver claramente que con la evolución de los gráficos de última generación se han creado siempre juegos cada vez más entretenidos y mejores con nuevas técnicas y el trabajo de profesionales del medio con años de experiencia. Pero tal parece que todos hemos entrado en una especie de vorágine melancólica que nos hace desear el regreso de juegos como Volgarr the Viking.

Y es que crear un juego de los de antes con los de antes no se refiere sólo al apartado gráfico, sino de ganarse la victoria a pulso, el derecho a ver el final del juego, de ensayo y error, de conquistar cada palmo de la pantalla con paciencia, perseverancia, práctica y táctica. Estamos hablando de los juegos cuyo reto era satisfactorio (o casi) y pasarlo te dejaba con una sonrisa en la cara. Un tiempo en que los juegos iban sobre jugar y no sobre escenas pregrabadas y presentaciones cinemáticas. Una época en la cual no te indicaban el camino con una flecha y dónde para recuperar vida basta con escondernos durante unos segundos. Aquellos puzzles tan retorcidos y complejos de los que hacían gala juegos como Silent Hill o Resident Evil (los primeros, no los de ahora) han dado paso a películas de acción en las que recargar ha pasado a ser lo más importante para el jugador y dónde títulos como Volgarr o Dark Souls han ayudado a salir del círculo interminable de la monotonía reciclada y reusada con los mimos gráficos de siempre y un argumento que acaba repitiéndose una vez tras otra (y Call Of Duty).

Este juego demanda a la fuerza maestría, habilidad y aprendizaje memorístico por ensayo y error para acabar con los enemigos sin que nos quiten vida metidos de lleno en un entorno hostil con letras mayúsculas en donde todo te puede matar de mil millones de veces distintas. Este juego es el compendio de las recreativas que te dejaban sin paga semanal a finales de los ochenta y principios de los noventa y que en casa te haría hacer rage quit o romper el mando de la consola en más de un millón de pedazos sin que sientas remordimiento alguno por hacerlo hasta el momento en el que resentidamente te acabas gastando más de veinte euros en un nuevo mando.

Si has nacido en la época de los nuevos videojuegos y nunca jugaste a una Super Nintendo para destrozar a los malos con las Tortugas Ninja o saltaste entre plataformas y champiñones con Mario con tu Game Boy o derrotaste al malvado Doctor Robotnik con Sonic en tu Mega Drive y piensas que te encantan títulos como Resident Evil 6 o Call of Duty: Ghosts, este juego es una buena manera de empezar a conocer y redescubrir ese mundo perdido que fue la época de los old school de los primeros videojuegos.

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